Por cada niño fallecido en España por causas evitables podemos encontrar detrás de sí una de esas frases que denominamos como “peligrosas”
- “A mí no me va a pasar”
- “Es solo un momento”
- “Total si es aquí al lado”
- “Antes nunca pasaba nada”
Frases que aunque no pronunciadas han servido para tranquilizar la alerta de nuestro subconsciente y para derivarnos hacía el atajo a seguir evitando el sendero señalizado que nos indica la prevención y lo correcto. Un atajo en el que hemos caído presos sin destino, rompiendo sueños, destrozando vidas y sin retorno ni vuelta atrás, donde al final del camino la única frase que podemos verbalizar es “Pero si solo fue un momento”.
¿Por qué nos cuesta tanto prevenir? cuando las generaciones presentes hemos crecido con frases como
- “Ponte el cinturón que nos han hecho luces”
- “A esta hora aún no hay controles de alcoholemia y no nos van a parar”
- “Tú di que tienes 8 años y te dejar subir a la atracción”
No es fácil inculcar cultura preventiva, porque en definitiva la prevención, o la falta de ella, es un tema cultural que afortunadamente las nuevas generaciones van adquiriendo como el inglés… con un nivel avanzado.
Esta escasa conciencia preventiva es habitual en España y en otros países donde tenemos presencia, actuamos solo cuando la imagen de nuestro hijo a punto de precipitarse por una ventana o al borde de la piscina nos hiela la sangre y por más que busquemos no hay atajos ni frases excusas para delegar por más tiempo la acción de prevenir.
Por otro lado la prevención aún está mal asociada a la sobreprotección, en una nueva terminología que acusa la maternidad y la paternidad como madres helicóptero o padres sobreprotectores de la que se huye porque lo último que queremos es que nos etiqueten de algo culturalmente mal visto por la sociedad.
La seguridad infantil eficaz y bien entendida pretende todo lo contrario a la sobreprotección: prevenir no es volverse paranoico, ni evitar que el niño deje de hacer las cosas que para su desarrollo debe hacer: tocar, investigar, descubrir, experimentar,…la prevención de accidentes infantiles persigue adaptar los espacios a las necesidades de los bebés de forma que puedan desarrollarse (en todos los sentidos) sin necesidad de estar en continuo estado de alerta, permitiendo al niño enfrentarse a los retos que favorezcan la adquisición de nuevas habilidades motrices, al mismo tiempo que conjugamos la educación preventiva cuando el nivel cognitivo así lo permita, educación por actos y con nuestro ejemplo, consiguiendo sustituir las medidas de seguridad que ya no sean necesarias porque el niño habrá interiorizado las consecuencias del riesgo.
Para finalizar una frase que nos lleva a concluir que la seguridad infantil y crear cultura preventiva es una responsabilidad de toda la sociedad: familias, educadores y entidades haciendo prevención adecuada y efectiva; medios dando voz y difusión a la necesidad de prevenir y gobiernos ofreciendo las herramientas para hacerlo…porque “La calidad de un pueblo se mide por la felicidad de su infancia”.
NOTA IMPORTANTE: Los niños NO son mini-adultos. La prevención de riesgos infantiles no tiene nada que ver con los laborales, ni en la escuela infantil, el colegio, la ludoteca o tu hogar.
© M Ángeles Miranda. Consultora/Auditora de prevención de accidentes infantiles® para la Asociación Nacional de Seguridad Infantil.
Todos los derechos quedan reservados . Se autoriza a redistribuir, reenviar, copiar o citar el contenido de esta página siempre que se cite la fuente de acuerdo a la Ley 23/2006, de 7 de julio, por la que se modifica el texto refundido de la Ley de Propiedad Intelectual, aprobado por el Real Decreto Legislativo 1/1996, de 12 de abril.
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